Por más que alguien se pregunte cómo sigue la historia de supuesta proliferación, enriquecimiento, alianzas y sanciones entre Irán y sus opositores; a esta altura nadie debería sorprenderse del histeriqueo iraní de no pretender negociar en el corto plazo -ni siquiera el carismático Lula.
Dicho de otro modo, la jugada estratégica que está realizando Ahmadinejad no podría ser mejor: el líder iraní sabe perfectamente que todos los actores (desde ya, relevantes) del sistema internacional están pendientes de cada palabra o decisión que tome respecto del asunto uranio.
Nada le puede venir mejor al régimen de Ahmadinejad que un Estados Unidos que insista hasta el hartazgo en que los iraníes abandonen su programa; sumado a las oscilantes posturas de grandes potencias como Rusia y China; agregando también la parálisis de la mayoría de las naciones occidentales cada vez que Teherán emite una decisión. Y ante dicho escenario, los mensajes hacia el resto de los Estados son siempre los mismos: "Irán no negociará bajo presión". Sencillamente, Irán no negociará.
Como manifestó el mes pasado el Secretario del Consejo Superior de Seguridad Nacional iraní Ali Bagheri, mientras las potencias mundiales presionen a la República Islámica, "la negociación sobre el programa nuclear de Teherán no será constructivo". Además, agregó que la declaración nuclear de su país es un excelente marco de cooperación que incluso significa intercambio de combustible; y que los detalles del programa en cuestión deberían ser determinados por la negociación entre su nación y el Grupo de Viena (Agencia Internacional de Energía Atómica más Estados Unidos, Francia y Rusia).
Claro que su nación no está siendo proclive a facilitar el diálogo con sus oponentes, como se puede apreciar.
Entonces... ¿histeriqueo, o inteligencia iraní?
No hay comentarios:
Publicar un comentario