jueves, 31 de diciembre de 2009

Asia: el Nuevo Escenario de Poder Mundial


Desde que las unidades más importantes del sistema internacional vieron la luz con la Paz de Westfalia, el campo de juego de las potencias ha sido Europa. Estas naciones han sabido mantener por siglos un status de Estados desarrollados y ejercer el control total de los mares, los diversos territorios que iban descubriendo, así como expandir sus mercados a nuevos horizontes de civilizaciones un poco más relegadas, como ser el Lejano Oriente.

Espacio de revoluciones, guerras mundiales y luchas incesantes, la Europa desvastada que emergió de la II Guerra Mundial se ha constituido durante la contienda bipolar como el espacio de lucha, simplemente el campo de battalla, entre EEUU y la URSS, pero no como un polo de poder alternativo a las superpotencias capitalista y comunista.


Ahora bien, terminada la breve narración del rol que ha manifestado el viejo continente en la historia mundial, pasamos a lo que está sucediendo hoy en día: El desarrollo de las naciones de Asia demuestra que Europa ni siquiera se consolida como el escenario de poder (sea actor del mismo como hasta la II Guerra Mundial o como un simple espectador como en la Guerra Fría). Si bien determinados autores reafirman que la integración lograda a través de la Unión Europea ha permitido cierta “cooperación” como nuevo hábito entre los europeos, es notable que hayan perdido su primacía en el ranking de la tan llamada comunidad mundial. ¿Desplazados por quién? ¿Por Estados Unidos? Si, pero eso sucedió hace bastante tiempo... se puede decir que Estados Unidos quitó el protagonismo europeo a nivel internacional al erigirse como superpotencia dos veces vencedora, pero los Estados asiáticos le terminaron de quitar a Europa su relevancia como escenario de poder.


¿Y cuáles son las razones de este cambio radical para las Relaciones Internacionales? En principio, la ubicación geográfica de los Rising Powers permite ubicarlos en la zona delimitada como Asia-Pacífico: el resurgir de Estados como Rusia, China, India, Japón, hace que empecemos a apreciar el planisferio centrándonos desde otro punto diferente al que representa Europa.


Estas naciones cumplen un rol fundamental dentro del comercio y la economía internacional; ejemplo de ello es que China ya esté proyectando su divisa como moneda libremente convertible. El ingreso a pequeños mercados (o mercados de pequeños Estados) es clave para asegurarse mayor presencia mundial en otras regiones, como China al ser prestamista en América del Sur y en África.


En cuanto a la geografía de la zona en sí, la región es muy rica en elementos que cotizan alto en los mercados mundiales. La presencia de recursos energéticos como el petróleo y el gas suman a la fortaleza económica de las naciones asiáticas. A ello los Estados en cuestión agregan esfuerzos a otros tipos de desarrollo, como ser en materia nuclear, para destacarse como reales potencias.


Por otra parte, en cuanto a lo que hace al Poder duro propiamente dicho, el incremento de los gastos en materia de Defensa de Rusia, China e India permiten vislumbrar las ansias expansionistas y soberanas que poseen estos actores; tanto sea para ejercer mayor control sobre sus propios territorios (recordemos los problemas étnicos-nacionalistas con musulmanes chechenos, uigures, entre otros), sea para disuadir la presencia norteamericana en la región (como si fuera posible disuadir al Estado que invierte más de U$S 600.000 millones en Defensa). Siendo Rusia la segunda potencia –luego de EEUU- que tiene los mayores niveles de exportación de armas, y China e India los mayores importadores de armamento, es posible apreciar que realizan grandes inversiones para adquirir y mejorar sus sistemas de seguridad. La reactivación de la producción doméstica de armamento no solo les permite abastecimiento sino ser polos de abastecimiento para terceros países, como sucede entre Rusia y Venezuela, por ejemplo. Estas inversiones las realizan para enfatizar gran parte de sus elementos nacionales. De esta manera, se aseguran seguir emergiendo y así establecerse como polo de poder alternativo para, entre otras cosas, actuar como elemento de contrabalance al poderío –por ahora inalcanzable- del Tío Sam. El mundo multipolar ya es una realidad.

sábado, 15 de agosto de 2009

Diplomacia durante la era Obama: las contradicciones de la Casa Blanca

En pocos meses de Administración Obama en el poder, mucho se ha comentado sobre el nuevo enfoque de la política exterior norteamericana. El tan soñado cambio parece haber tomado forma en el manejo de relaciones entre los EEUU y el resto de los Estados.
Si bien el trato cordial y carismático que identifica a Barack Obama hace más propicio el diálogo, también cuenta con todo su gabinete para llevar a cabo la tarea de reanudar amistades con el resto de los mandatarios, buscando caracterizarse de un modo totalmente opuesto a la Administración anterior. Y en la multiplicidad de elementos –o personalidades- que interactúan para definir esta nueva política, es donde radica el problema.
Por una parte, el matrimonio Clinton se dedica a sembrar una buena imagen de su nación tratando de volver al prestigio que durante los noventa supieron detentar. Para ello, mientras que Hillary ha visitado un sinfín de países en cada continente, su esposo William se consolidó como el representante de los intereses norteamericanos en Corea del norte, en un escándalo que involucró a dos periodistas de origen estadounidense. Las mismas habían sido enviadas a prisión en aquel país asiático. Pese a los intereses contrapuestos, dicho inconveniente llegó a una pacífica resolución que no solo permitió la liberación de las periodistas en cuestión, sino que también reanudó las relaciones bilaterales de EEUU con Corea del norte, un Estado que, debido al encubierto desarrollo de su capacidad nuclear, ha mantenido profundas diferencias con la superpotencia en estos últimos tiempos.
Por otro lado, una figura de este mismo gabinete que representa un el obstáculo para Obama resulta ser su vicepresidente, Joe Biden.
Luego de que Obama visitara el Kremlin para juntarse con su par ruso Dimitri Medvedev y establecer mayores relaciones con ese Estado en ascenso, de forma positiva según lo graficaron medios de comunicación, el número dos de la Casa Blanca hizo lo suyo en Georgia. Por desgracia, su actitud no se definió en consistencia con la postura que había marcado el líder norteamericano previamente.
Además de haber recibido una condecoración del presidente georgiano Saakashvili, Biden hizo de las suyas al defender la integridad territorial de dicho ex Estado soviético, asegurándole al premier georgiano que tiene todo el apoyo de EEUU. Además manifestó en un diario estadounidense que la economía rusa se encuentra en estado crítico, lo cual despertó desconcierto en el Kremlin. Es así como voceros del gobierno ruso habían pedido a la Casa Blanca que manifestara una única postura respecto de la cuestión. El asesor en Asuntos Internacionales ruso requirió una explicación al respecto, preguntando quién era el que determinaba la política exterior de la superpotencia.

A través de estos hechos, se pueden evidenciar algunas cuestiones. En primer lugar, es notable el espacio que Barack Obama le da a las relaciones diplomáticas, en pos de recuperar prestigio ante el escenario internacional. La importancia que le otorga a estas cuestiones, sea recibiendo y también yendo a otros países para juntarse con sus pares demuestra una actitud prudente que rompe con los lineamentos de los últimos ocho años. Esto significaría una apertura a la multilateralidad y a mayores canales de diálogo por parte de los EEUU. Aunque también debe reconocerse que es sólo una cuestión de necesidad, principalmente generada por la crisis que atraviesan los EEUU.
En segundo término, se destacan las personalidades que forman parte de esta nueva estrategia de poder blando –es decir, poder que no provenga del uso de la fuerza-. Demócratas de la década pasada vuelven a la escena, personalidades populares por su disposición al diálogo forman parte del nuevo equipo que conduce a los EEUU. El rol que se le asigna no sólo a la actual Secretaria de Estado y candidata a la presidencia, sino también a un ex presidente y a su actual vicepresidente son realmente de gran relevancia a la hora de caracterizar a la nueva actitud de EEUU.
Tercero. El Kremlin ha sabido reaccionar ante las declaraciones de Biden de apoyo norteamericano a Georgia, y con justa razón. Al tratarse de un gran poder que se encuentra en conflicto con un Estado débil, es correcta la reacción rusa ante las infortunadas declaraciones de Biden. Rusia ya es un poder en su región, con lo cual EEUU debería atenerse a una actitud más prudente y de menos injerencia en dicho espacio. El poderío ruso debería ser interpretado por la Casa Blanca como un límite a sus intereses, ya que el control de los recursos energéticos de dicha zona y los cuestionamientos de territorialidad incumben sólo a estos dos países.
Finalmente, Obama debería idear -en conjunto con sus asesores- una estrategia que demuestre unanimidad en la postura que los EEUU tomarán de aquí en adelante. Esto permitiría una identificación de cómo va a ser delineada la política exterior durante la presente Administración. Sería propicio para EEUU no tener contradicciones al interior de su gobierno, ya que un aspecto de este tipo podría representar debilidad frente al resto de los Estados.


[Para mayor información sobre los viajes realizados por la Secretaria de Estado Hillary R. Clinton, ver el mapa interactivo:
http://www.state.gov/secretary/trvl/map/ ]