martes, 19 de enero de 2010

Realistas versus Neocons: Prudencia vs Tentación Imperial

Al iniciarnos en el mundo de las Relaciones Internacionales, muchos de nosotros caímos en el error de confundir los supuestos de la escuela de pensamiento realista con las proposiciones de la elite neoconservadora que gobernó los EEUU los últimos ocho años. Durante el accionar de EEUU en Irak en marzo de 2003, estas percepciones erróneas parecían haberse expandido, y se definía a la Administración en vigencia como neoconservadora, imperialista, realista, como si los conceptos fuesen sinónimos entre sí.
Al profundizar el conocimiento sobre la mainstream del realismo, las diferencias entre los académicos realistas y de los políticos neoconservadores comenzaron a hacerse evidentes. No sólo se trata de elementos sustancialmente diferentes –tengamos en cuenta que la primera es una escuela de pensamiento teórica, mientras que la segunda es un tipo de formulación de política exterior válida sólo para los Estados Unidos-. Lo más importante, es que sus puntos de vista llegan a ser incompatibles entre sí.

El pensamiento de los neoconservadores puede ser conocido también como la Doctrina de Bush, como la denomina J. Mearsheimer. Contempla tanto un aspecto liberal –la idea de un EEUU buscando el bien común del mundo, la libertad de los pueblos y la democracia- como un aspecto realista –las consideraciones de poder mundial que se tiene en cuenta a la hora de evaluar el sistema internacional-. Si bien trata de moverse bajo la lógica del poder como hacen los realistas – y acá digo “tratan” porque la elite neocons no actúa de manera Prudente como subraya cualquier autor de la escuela realista- siempre recurren a la justificación de tipo idealista, propia del liberalismo. A decir de Mearsheimer, el "Wilsonisanism with teeth" o el “Big Stick Diplomacy” fue el aspecto característico de la política exterior de la superpotencia durante los dos últimos períodos de Administración Bush II (hijo) en el poder.
Volviendo atrás en el tiempo, los neoconservadores se caracterizan por creer que el mundo se divide en dos bandos de “buenos y malos”, al igual que durante el mundo bipolar. Esto habilita a la creencia que si un Estado determinado cae bajo la dominación del bando contrario, debilita la fuerza del bando bueno, por lo cual habría que apurarse y tratar de adquirir la mayor cantidad de recursos aún disponibles (Estados, gente...). Básicamente, se trata de competencia de tipo suma cero, en lo cual lo que no es bueno es malo, lo que no es nuestro es de “ellos”.

La Administración Bush II claramente se guió bajo estos principios. Liberar a los pueblos de la dominación del Eje del Mal representó la idea fuerza de Bush y compañía. “Liberar” a un pueblo produciría a su vez un efecto dominó, en el cual los otros pueblos tiranizados aceptarían la presencia y el accionar de un salvador Tío Sam y permitirían que la doctrina del destino manifiesto se hiciese realidad. Nada más alejado de la vida de las personas que fueron “liberadas”. ¿Quiénes se erigieron como el eje del mal y el eje del bien en esta lucha?

La paz democrática. Otro aspecto clave de esta doctrina. La misma establece que un mundo de democracias es un conjunto de Estados que no guerrean entre sí, un “mundo mejor”, pacífico, y todos los sinónimos que se puedan ocurrir. Esto reduce la política exterior de una superpotencia militar como lo es EEUU a si el resto de los Estados es o no configurado domésticamente mediante un régimen de tipo democrático.

Last but not least, debemos tener en cuenta el aspecto religioso, vinculado estrechamente a los orígenes de la historia norteamericana y principalmente a la Doctrina del destino manifiesto (de ahí que los neocons son un fenómeno exclusivo de los EEUU). La expansión de los norteamericanos es realizada bajo los imperativos que el mismo Dios asigna a una superpotencia, la cual debe promover –sí, definitivamente a la fuerza y bajo cualquier costo- la democracia y la paz mundial. Si seguimos este pensamiento, debe eliminarse al enemigo, y así desparramar democracia por el mundo, construyendo mejores pueblos, salvando vidas esclavizadas y ahorcando a cuanto dictador se cruce por el camino. El mundo se establece como un escenario maniqueo en el cual las fuerzas del bien deben luchar y derrotar al mal. No es un argumento de una película de Hollywood, es el argumento en el cual se basan los neoconservadores, así de simple.

Pero entonces, ¿Por qué suele asociarse a los neoconservadores con los realistas, mucho más que con los idealistas? Varios autores realistas se han manifestado en contra de esta percepción que sigue persistiendo en nuestro ambiente académico.
John J Mearsheimer –el mayor exponente del realismo ofensivo- escribió un artículo en el cual defiende a su corriente teórica de las mismas acusaciones que se formulaban a los ideólogos de la Administración Bush II –Los Neocons-. Las principales diferencias que destaca el autor entre la escuela teórica y la doctrina se presentan a continuación.

El realismo no se basa en una lógica de bandwagon como lo hacen los neoconservadores. Al “salvar” –invadir, ocupar, expandirse.. “salvar”- a un Estado tiranizado, sus vecinos no se sumaron a la lógica norteamericana. En efecto, reaccionaron en contra de lo que esperaban Bush y compañía; y actuaron de acuerdo a los imperativos del realismo: Balance. En el caso de Irak, balance de amenaza según Walt: frente a la presencia de la amenaza norteamericana en Irak, estos Estados podrían ser los próximos en ser “liberados”. ¿Alinearse a Bush? Todo lo contrario según los sucesos históricos. Ni siquiera Europa o Asia apoyaron la expansión y accionar norteamericanos en medio oriente. Realistas 1 - 0 Neoconservadores.

En segundo lugar, la cuestión del régimen. A un realista no le interesa si una democracia, una monarquía o una tiranía rigen el sistema político de un Estado. La política internacional delinea la política doméstica de las naciones, en un efecto “outside-in”. La paz y la guerra no dependen de si hay más cantidad de democracias o de tiranías, no hay un efecto inside-out –o desde una democracia a la política internacional- ya que los regímenes no inciden en el teatro internacional, la afección se produce de afuera hacia adentro. Según el autor realista, la fuerza dominante es el nacionalismo y no la democracia, ya que esto produce un sentimiento de autodeterminación y libertad respecto de potencias extranjeras. Un elemento ignorado en su totalidad por Bush II, que lo convirtió de liberador en ocupante según los demás actores del escenario internacional.

El tema de la RAM –Revolution in Military Affairs, o Revolución en Asuntos Militares- parece no haber ayudado en esta campaña en Irak. El enemigo no consistía en un ejército pasible de ser derrotado mediante superioridad tecnológica. La insurgencia no son soldados organizados que responden a un comandante en jefe y a las reglas de la guerra interestatal. Sólo responden a los dictados de su nacionalismo. ¿Ejemplos? Remitirse a Vietnam, gracias.

Recordando al padre del realismo clásico, Hans Morgenthau, Mearsheimer nos recuerda que las Cruzadas son uno de los peores errores de la diplomacia y de la política exterior de cualquier Estado. La Administración Bush II no se pudo haber opuesto más al realismo.

Haciendo un poco de comparación histórica, la guerra de Vietnam –rechazada por todo realista norteamericano a excepción de Henry Kissinger- vino a la memoria de los realistas al iniciarse la campaña iraquí de 2003. Esto produjo un llamado de atención de la comunidad académica hacia el gobierno neocons (ver imagen). Invadir a Irak no era algo fundamental para el interés nacional de Norteamérica, así como tampoco se constituía como una actitud prudente de esa nación, porque se perdieron más elementos de poder y la guerra se llevó a cabo bajo un elevado costo. En simples palabras, no era una actitud realista.

Republicanos y Neoconservadores: no son lo mismo. Cuando la política exterior del demócrata Clinton se compara con la llevada a cabo por Bush, se suele incurrir en otro error. Los republicanos no son todos neoconservadores, esto es algo que quiso destacar John McCain durante la campaña presidencial del 2008 para diferenciarse del texano -es decir, para lograr más apoyo de los votantes-. Si bien la guerra contra el terrorismo y las expansiones que significaron Afganistán e Irak fueron producto de una Administración republicana, ésta fue un emprendimiento de republicanos de orientación neoconservadora que creían fuertemente en todas aquellas características que destacamos previamente en el artículo. Los neocons configuran un ala extrema de la política de los EEUU, por eso su ambición y fanatismo por expandirse y lograr un mundo mejor. No se para quién, porque definitivamente el accionar neoconservador no se constituyó como un hecho favorable para los norteamericanos.



Fuente:
Mearsheimer, John J. “Hans Morgenthau and the Iraq War: Realism versus Neoconservatism”, OpenDemocracy, 2005.

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