Admito no ser especialista –mucho menos entusiasta- del rol que juegan las instituciones internacionales dentro del teatro mundial. Pero la cuestión del “trío presidencial europeo” llama bastante la atención. ¿Qué sucede con el manejo de poder entre los Estados, dentro de esa Unión?
Antes del punto de inflexión que constituye el Tratado de Lisboa, los Estados miembro eran representados por una sola voz, por quien detentara la presidencia de turno de la institución en cuestión.
Como a los europeos les gusta complicarse, promulgaron en Lisboa, en el año 2007, un Tratado que configura el nuevo esquema tripartito de poder (sumado a los otros órganos institucionales que ya venían funcionando, como el Parlamento Europeo), además de otorgarle el status jurídico necesario como para firmar tratados internacionales a nivel comunitario. El mismo entró en vigor el 1 de diciembre de 2009.
De esta manera, el poder que rige a los Estados miembro está a cargo de tres cuerpos. En primer lugar está la presidencia temporaria del Consejo Europeo, que desde el 1 de enero de 2010 y durante seis meses ocupará España, con su presidente Rodríguez Zapatero. En segundo término, se encuentra la Presidencia del Consejo Europeo –también denominado Presidente Europeo-, con Herman Van Rompuy (Bélgica) a la cabeza. Este nuevo órgano se encarga de la representación exterior del Consejo, como así también de las más importantes labores administrativas de la institución. Finalmente, para lo que respecta a las relaciones exteriores de la institución, se creó el Alto Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, en la figura de Catherine Ashton, de Reino Unido.
Este nuevo período que atraviesa la Unión Europea se inicia con una situación económicamente contraproducente -producto de la crisis mundial-, problemas respecto a la inmigración, al plano laboral, al terrorismo, a una población demandando políticas sobre el cambio climático... Todos estos aspectos que afectan el escenario europeo se ven amplificados con la desconfianza hacia el liderazgo de la Comisión que empezó a tener a cargo España. Hay escepticismo acerca de la capacidad que pueda ejecutar el líder de este Estado para guiar a la Unión Europea. Y no empezó del mejor modo: El debut de España al frente de la Comisión se inició con la aparición de la imagen de Mr Bean – el personaje británico- en el portal web de la presidencia española. Esa caricatura a Rodríguez Zapatero causó todo tipo de reacciones entre la población, incluso varios vieron en su presidente las ineptitudes que podrían ser propias del personaje inglés. A raíz de esta entrometida de hackers, la Moncloa decidió invertir –los españoles dicen que más que una inversión es un gasto- casi 12 millones de euros en asistencia técnica de la empresa Telefónica. Los próximos seis meses parecen que van a estar más que interesantes...
Frente a los objetivos que propone Zapatero para el plano europeo, hay que tener en consideración que no es el único órgano de poder al interior de la Unión, y mucho menos representa la presidencia de mayor peso. Basta con apreciar la cantidad de eurodiputados que asistieron a la comparecencia de Zapatero en la Unión –un tercio, y la mayoría eran socialistas- para dilucidar las expectativas que ponen los europeos en el líder.
En cuanto a la Unión, ¿cómo avanzará una institución al mando de tres presidencias, que son dependientes de diferentes Estados, que están sujetas a distintos intereses, que cuentan con compromisos disímiles? Veremos qué sucede con la integración a partir de la nueva configuración de poder intra-institucional.
Mala suerte para Zapatero, que inaugura la presidencia en este periodo post Lisboa, sin contar con poder real en definitiva. Tal vez es buena suerte para el resto del continente... porque al ver la gestión española de los últimos años, ¡Lindo rumbo estarían transitando los europeos si tuvieran que seguir sólo las directrices de nuestra madre patria...!.
Antes del punto de inflexión que constituye el Tratado de Lisboa, los Estados miembro eran representados por una sola voz, por quien detentara la presidencia de turno de la institución en cuestión.
Como a los europeos les gusta complicarse, promulgaron en Lisboa, en el año 2007, un Tratado que configura el nuevo esquema tripartito de poder (sumado a los otros órganos institucionales que ya venían funcionando, como el Parlamento Europeo), además de otorgarle el status jurídico necesario como para firmar tratados internacionales a nivel comunitario. El mismo entró en vigor el 1 de diciembre de 2009.
De esta manera, el poder que rige a los Estados miembro está a cargo de tres cuerpos. En primer lugar está la presidencia temporaria del Consejo Europeo, que desde el 1 de enero de 2010 y durante seis meses ocupará España, con su presidente Rodríguez Zapatero. En segundo término, se encuentra la Presidencia del Consejo Europeo –también denominado Presidente Europeo-, con Herman Van Rompuy (Bélgica) a la cabeza. Este nuevo órgano se encarga de la representación exterior del Consejo, como así también de las más importantes labores administrativas de la institución. Finalmente, para lo que respecta a las relaciones exteriores de la institución, se creó el Alto Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, en la figura de Catherine Ashton, de Reino Unido.
Este nuevo período que atraviesa la Unión Europea se inicia con una situación económicamente contraproducente -producto de la crisis mundial-, problemas respecto a la inmigración, al plano laboral, al terrorismo, a una población demandando políticas sobre el cambio climático... Todos estos aspectos que afectan el escenario europeo se ven amplificados con la desconfianza hacia el liderazgo de la Comisión que empezó a tener a cargo España. Hay escepticismo acerca de la capacidad que pueda ejecutar el líder de este Estado para guiar a la Unión Europea. Y no empezó del mejor modo: El debut de España al frente de la Comisión se inició con la aparición de la imagen de Mr Bean – el personaje británico- en el portal web de la presidencia española. Esa caricatura a Rodríguez Zapatero causó todo tipo de reacciones entre la población, incluso varios vieron en su presidente las ineptitudes que podrían ser propias del personaje inglés. A raíz de esta entrometida de hackers, la Moncloa decidió invertir –los españoles dicen que más que una inversión es un gasto- casi 12 millones de euros en asistencia técnica de la empresa Telefónica. Los próximos seis meses parecen que van a estar más que interesantes...
Frente a los objetivos que propone Zapatero para el plano europeo, hay que tener en consideración que no es el único órgano de poder al interior de la Unión, y mucho menos representa la presidencia de mayor peso. Basta con apreciar la cantidad de eurodiputados que asistieron a la comparecencia de Zapatero en la Unión –un tercio, y la mayoría eran socialistas- para dilucidar las expectativas que ponen los europeos en el líder.
En cuanto a la Unión, ¿cómo avanzará una institución al mando de tres presidencias, que son dependientes de diferentes Estados, que están sujetas a distintos intereses, que cuentan con compromisos disímiles? Veremos qué sucede con la integración a partir de la nueva configuración de poder intra-institucional.
Mala suerte para Zapatero, que inaugura la presidencia en este periodo post Lisboa, sin contar con poder real en definitiva. Tal vez es buena suerte para el resto del continente... porque al ver la gestión española de los últimos años, ¡Lindo rumbo estarían transitando los europeos si tuvieran que seguir sólo las directrices de nuestra madre patria...!.
Fuente:
“España en la presidencia de la UE: Las claves”, El Mundo: http://www.elmundo.es/especiales/2009/12/internacional/espana_presidencia_ue/claves.html
“España en la presidencia de la UE: Las claves”, El Mundo: http://www.elmundo.es/especiales/2009/12/internacional/espana_presidencia_ue/claves.html
“2010: Un buen año para la Unión”, El País, 3 de enero 2010: http://www.elpais.com/articulo/opinion/2010/buen/ano/Union/elpepiopi/20100103elpepiopi_5/Tes