Como si no hubiera suficientes Estados en el escenario internacional, se perfila el nacimiento de un nuevo país. La tendencia separatista continúa vigente para al actual dinámica de la política regional africana.
Bilad Al-Sudan (en su idioma original, "tierra de negros") es el territorio que, por el momento, se ubica hacia el sur de Sudán, y el cual está a poco de escindirse de aquel Estado. Sudán del Sur debe contar con un mínimo del 50% del electorado que apruebe su separación respecto de Sudán, de acuerdo a las pautas previstas en el Acuerdo de Paz celebrado en el año 2005.
Una ded las certezas es que ya se sabe quienes serán las autoridades de la naciente nación: su presidente será el líder de la etnia Dinka, Salva Kiir Mayardit; y su vice será el líder de la etnia Nuer -la segunda en términos cuantitativos-, Riek Machar. El futuro Estado cuenta con una población de 8 millones de personas, y un territorio casi tan extenso como Francia. Las bases de su economía son la extracción de petróleo y gas.
Ante la presencia de semejantes recursos, las potencias más importantes están al acecho: China es una de las pocas naciones que mantiene buenos lazos con el Sudán islámico (el territorio original) y con el Sudán africano - por llamarlo de un modo- (el del Sur); poseyendo grandes inversiones en materia de petróleo. Otras naciones como Rusia -que tienen mejores relaciones con el Sudán original- no consideran relevante su presencia en aquella rica pero turbulenta región.
Se estima que a mediados de febrero se sabrá con certeza el resultado del referendo que se estará celebrando entre el 9 y el 15 de enero, aunque no hay gran incertidumbre respecto a los resultados: las proyecciones estiman que para mitad de febrero serán 193 los Estados que conformen el sistema internacional.
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